El jugador y el entrenador con más títulos en la historia del Real Madrid dicen adiós con los honores pertinentes en un partido que sirvió para que Mbappé se garantizase la bota de oro.
El fin. Hay días que, como bien dijo el que se despedía, hay que evitar «llorar por que se acabó» y «sonreír porque sucedió». El último peldaño sobre el que se construyó el centro del campo del Real Madrid que ganó 6 copas de europa en 11 años se iba. No era un día cualquiera. 2 horas antes del inicio del partido las camisetas de aquel hombre que llegaba en 2013 avalado por Mourinho se veían en todas partes. La verde con la que hizo el gol que cambiaría la historia en Manchester, la morada de Cardiff o incluso la azul a cuadros con la que llevó a su país a una final del mundial.
Modric ha sido muy grande, es y será. Acaba su carrera y nace la leyenda. Término que ponía en el tifo que lucía el Bernabéu en su último día pisando el terreno de juego como jugador del Real Madrid, junto a un «gracias» y una imagen suya levantando una de las 6 Champions que ha conseguido. El 10, que tantas tardes de gloria le ha dado a la parroquia blanca, no era el único que recibía honores en su despedida. Ancelotti en el fondo norte también tenía un cariñoso tifo dandole las gracias. Carletto y Luka se fueron como ha sido su carrera defendiendo al Madrid, gloriosa.
Otra victoria más para la estadística frente a una Real Sociedad que también tenía que despedir a su leyenda. Imanol se va dejando a «su» equipo en un lugar mejor del que lo había recogido. Mención especial para Lucas Vázquez. 400 partidos vestidos de blanco no los juega cualquiera y, aunque no ha sido un jugador que ha acaparado portadas, su trabajo y amor por los colores hacen que sea un ejemplo que muchas veces ha sido criticado pero que ayer fue merecidamente ovacionado. Su adiós esperará a la vuelta del mundial de clubes.
Mbappé, el único al que le importaba
Entre tanto adiós se jugaba un partido de fútbol, que no iba a cambiar el devenir de ninguno de los 2 equipos en la clasificación. El único al que le importaba era a Mbappé. Con 1 gol se aseguraba la bota de oro, y desde el inicio él y sus compañeros intentaron conseguir ese objetivo ante un sorprendente enemigo, Marrero. Antes del minuto 10 la Real se pudo adelantar por mediación de Sergio Gómez, que aprovechó la posición avanzada de Lucas para quedarse mano a mano con Lunin. La buena intervención del ucraniano salvó el primero. En el mismo minuto 10 el campo rompió en aplausos para homenajear a Modric, como en cada córner que el croata botaría en los 90 minutos.
Mientras los merengues seguían achuchando a una Real cada vez más atrás. Una combinación entre Brahim, Modric y Mbappé acaba con Asencio probando desde la media luna y Marrero apareciendo otra vez. Signos del control del conjunto blanco.
El candado txuriurdin duró 36 minutos. Marrero de nuevo apareció para secar a mano cambiada un chut de Mbappé. Pero, en el córner previo botado por Modric (el Bernabéu se caía) Güler se sacó de la chistera un sombrero en el que Marín puso la mano. De primeras el colegiado no señaló nada excusándose en la “posición natural”, pero tras revisión VAR si dio el penalti. Aunque el público reclamaba a Modric, se sabía su dueño. Mbappé estaba a 1 gol de la bota de oro, que lideraba hasta el momento Viktor Gyökeres. Marrero siguió amargando la tarde al francés deteniendo su blando lanzamiento a la derecha del portero, pero en el rechace Kylian remató a placer. 30 goles y bota de oro.
Homenajes más que merecidos
Quitando el gol el ritmo del partido era el que era. Relajado, casi parecido a una pachanga. A la vuelta del descanso lo mas destacado sucedía con el balón parado. Ancelotti sacó a Lucas para que el gallego recibiese ese cariño de la afición, algo que devolvió con lágrimas. A pesar de todo hubo Mbappé seguía haciendo intervenir a Marrero. Su insistencia tuvo recompensa, aprovechando un pase de Vinicius para aparecer al palo corto y rematar a placer. 31 goles en su primera temporada vestido de blanco y aún así la sensación de que debería y puede hacer más.
Aún quedaba el fin de fiesta. Luka recibió una vez más el cariño de todos cuando fue sustituido por Chema. Pasillo del resto de jugadores y en la banda esperándole un viejo conocido. Casi como una metáfora de lo que es el final, en la línea de fondo le esperaba Toni Kroos, su compañero de fatigas en tantos títulos. Así se cierra una época en el club más laureado de la historia.
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