El Real Madrid es finalista de la Copa del Rey sufriendo como no debía. Pero con el placer de vivir una noche mágica en el Bernabéu.
Los blancos buscaban cerrar la eliminatoria tras el 0-1 de la ida con cambios respecto al partido de liga. Endrick, pichichi de copa dejó en el banquillo a Mbappé, Alaba por Rüdiger y Camavinga sustituyendo a Fran García en el lateral izquierdo, Valverde y Tchouaméni por Güler y Modric con Rodrygo recogiendo el testigo de Brahim por derecha y Bellingham por el centro dejando el lado izquierdo a Vinicius.
En frente una Real Sociedad que a pesar de la imagen que siempre ha tenido, ya no es ese equipo que una vez fue dinámico con pelota. La necesidad de neutralizar el 0-1 de la ida hizo a Imanol desplegar un 11 ofensivo con Sucic en el enganche, Barrenetxea por izquierda, Kubo en la derecha y Oyarzabal como falso 9.
Traspiés al inicio
Los blancos tuvieron la primera gracias a Endrick. La criatura de 18 años fue el mas activo al inicio. Su mejor acción una chilena que, de haber entrado, hubiera puesto al Bernabéu en pie.
Los blancos pecaron de zozobra en la retaguardia y, en el minuto 15, un envío de Zubimendi prolongado por Pablo Marín dejó a Barrenetxea para definir por debajo de Lunin y poner el 0-1 en el marcador. Un golazo que señaló a Lucas y al portero merengue, que vuelve a dejar muchas dudas.
Pero si algo tienen los de Ancelotti es calidad en ataque. De nuevo un chispazo de los de arriba cambió el partido. Vinicius rememoró la fantástica asistencia que dio a Bellingham el año pasado en liga contra el Girona sacándose un exterior espectacular para dejar solo a Endrick, que en el mano a mano se sacó de la chistera una sutil vaselina para afianzarse como pichichi de la Copa con 6 tantos. Un gol que oxigenaba el partido y le daba tranquilidad a los de Concha Espina.
La rebelión «txuriurdin»
A la vuelta de vestuarios ambos conjuntos siguieron igual. Los blancos con el balón y los donostiarras intentando crear peligro. Camavinga casi ayuda a la causa txuriurdin perdiendo un balón en la frontal de su área que casi aprovecha Marín para hacer el 1-2. El Bernabéu tuvo que contener la respiración por Valverde, que se quejaba de unas molestias en el dedo del pie, mientras veía cómo su equipo iba retrocediendo cada vez más.
Tuvo que ser Pablo Marín quién siguiese con su presentación en sociedad. El canterano aprovechó un rechace de una jugada individual de Kubo para sentar a Camavinga, llegar a línea de fondo y generar un centro raso que Alaba coló entre las piernas de Lunin para poner el 2-2.
La Real sólo necesitaba tener la suerte a su favor. Esta se gastó en un chute de Oyarzabal que, con ayuda de nuevo de Alaba, mandó a la red con una parábola inédita. El gol provocó la fiesta entre los donostiarras desplazados al Bernabéu. Haciendo su clásica celebración de espaldas no pudieron ver a Vinicius poniendo desde la izquierda un centro que Bellingham remachó a la red para neutralizar el gol anterior de una Real que se veía en la final.
A los de Imanol les pesaban las piernas. Remiro, tras un córner rematado por Tchouameni no pudo hacer más que meter por error el balón en la red. Locura en el Bernabéu. Los pulsos acelerados generan errores por no saber medir, y Camavinga lo demostró en la que parecía la última jugada del partido cuando derribó a Kubo. La innecesaria falta del francés la preparó, y el error de Lunin la remató. El ucraniano salió en falso al centro botado por Sergio Gómez y de nuevo Oyarzabal remató solo en el área pequeña. Se venía la prórroga.
Rüdiger. El loco reinando en la locura
Tras 90 minutos el cansancio apareció. Vinicius la tuvo y Mbappé de cabeza también. La Real aguantó lo que pudo. En la segunda parte de la prórroga Imanol gastó los cambios, Oskarsson y Olasagasti. Este último protagonista por entrar duramente a Vinicius cuando el brasileño había salido con una lambretta. Los blancos pidieron la expulsión pero Alberola Rojas evaluó que era una zancadilla merecedora de amonestación.
Estos partidos se deciden por detalles en el caos, y el rey del caos es el Real Madrid. En el 115 Güler botó un córner y, en la locura, apareció el mas loco, Antonio Rüdiger, que cabeceó el saque de esquina para sacar el billete para Sevilla el 26 de abril. Igual no era necesario tanto drama, pero el Madrid sigue siendo el Madrid y, cuando la situación se pone cuesta arriba, es cuando el equipo realmente saca los partidos adelante.
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